Un soplo fuerte, inesperado y frío,
por los senderos libres y desiertos
barrió las secas galas del estío...

M. Hernández

sábado, 18 de febrero de 2012

La tarde

La tarde entra de pronto en la cocina
enloquece en el cobre, hace gloriosa
la herrumbre de las madres.Como un lienzo
se imparte en las estancias.Cruza, dora
el rostro del varón.Da en las tarimas,
atraviesa el laurel, tiembla en sus hojas.
Ahora volverán por los caminos
las mulas canas y las yuntas rojas
y, cansados, los hombres, sus cabellos
con tamo de trigal.
Cunden las sombras
al borde del tapial.Lenguas de acero
se sumergen en aguas silenciosas.
(Gamoneda)


Muchas veces en todos estos meses me he preguntado como será la vida de nuestros compañeros allí en el cautiverio, en medio de las montañas o de los desiertos, allí donde estén en estos momentos.
Además de la penuria de vivir en unas circunstancias precarias -tal y como vivirán los habitantes de la zona- y de la incertidumbre que cubre toda esta tragedia, además de ello es la ausencia de todo aquello que nos rodea constantemente a los europeos.No me refiero sólo al calor de los amigos o de la familia sino también a todas aquellas comodidades que nos rodean en todo momento y nos son tan habituales.No sé si ello conseguirán al menos escuchar una radio, tal vez ni eso.

Por ello os dejo aquí este poema que viene a cuento de esta reflexión.Las cocinas, las madres...es decir toda nuestra vida cotidiana de la cual tan poco reflexionamos, pero ahora me imagino que ellos viven toda esa ausencia también como algo terrible.
Tambien tenemos sombras, lenguas de acero y aguas silenciosas.
Un saludo

1 comentario:

  1. Y además de eso, el miedo (inevitable, seguro) y la incertidumbre. El no saber cómo están las cosas fuera, cómo se está gestionando su caso, cuánto va a durar su cautiverio, la preocupación por sus familias…
    Qué triste y qué injusto.

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