Un soplo fuerte, inesperado y frío,
por los senderos libres y desiertos
barrió las secas galas del estío...

M. Hernández

domingo, 13 de octubre de 2013

Secuestran a seis trabajadores de Cruz Roja y un voluntario local en Siria


Hombres armados no identificados han secuestrado a seis trabajadores de la Cruz Roja y un voluntario local de la Media Luna Roja al noroeste de Siria, según ha confirmado el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR).
La agencia humanitaria no ha mantenido contactos con los captores, pero ha exigido la liberación inmediata de las siete personas a través de su portavoz Ewan Watson, que no ha querido revelar por ahora las nacionalidades o sexo de los retenidos.
"Puedo confirmar que seis miembros del personal del CICR y un voluntario de la Media Luna Roja siria han sido secuestrados cerca de Idlib, en el noroeste de Siria", ha admitido Watson en Ginebra.
"Exigimos la liberación inmediata y sin condiciones de este equipo, que ha ido entregando ayuda humanitaria a los más necesitados, en ambos lados de la línea del frente", ha subrayado.
La Cruz Roja había admitido haber perdido contacto con un equipo de empleados que había viajado al norte de Siria para evaluar la situación sanitaria, en medio de las informaciones de medios locales que apuntan a un posible secuestro.
Una portavoz del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) en Siria, Rima Kamal, había indicado que desconocen el paradero de seis trabajadores del organismo que se trasladaron el jueves pasado a la provincia septentrional de Idlib y que tenían previsto dirigirse este domingo a Damasco.
"Desde esta mañana no hemos podido contactar con ellos", había apuntado Kamal Por su parte, la agencia oficial de noticias siria Sana había informado del rapto de un grupo de empleados del CICR por parte de un supuesto grupo armado en la carretera que une las localidades de Sermin y Saraqeb, en Idlib.
Según una fuente oficial citada por Sana, un grupo terrorista abrió fuego contra el vehículo en el que se desplazaban los miembros del Comité Internacional de la Cruz Roja y los secuestraron.
El informe de Sana usando el término 'terrorista', usado por Damasco para designar a los rebeldes que intentan derrocar al presidente Bachar Asad. Watson no ha podido confirmar que se hayan producido disparos, pero ha informado de que los vehículos del equipo también han desaparecido.
Siria es escenario diario de secuestros y robos, que se han multiplicado desde que estalló en marzo de 2011 el conflicto entre partidarios y detractores de Asad, que ha derivado en unasangrienta guerra civil con más de 100.000 muertos y más de dos millones de refugiados, según datos de la ONU.

sábado, 12 de octubre de 2013

Acnur: 'Es vergonzoso ver cómo cientos se ahogan a las puertas de Europa'

El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), Antonio Guterres, ha reclamado este sábado mayor colaboración entre países para aumentar la vigilancia y la capacidad de rescate en el mar Mediterráneo, e identificar así barcos en dificultades, en particular los que llevan refugiados e inmigrantes.
Guterres ha expresado a través de un comunicado su "conmoción" por "una nueva tragedia", tras el naufragio el viernes de un barco en las costas en aguas maltesas, a unos 80 kilómetros de la isla de Lampedusa, que se ha cobrado la vida, según las autoridades italianas, de 34 inmigrantes, de los que una decena era niños.
Acnur ha felicitado a la "acción conjunta" de los guardacostas de Malta, que han rescatado a unas 147 personas, y a la Marina italiana, que ha salvado a 56. No obstante, ha recordado que, según los testimonios de estos supervivientes, había por los menos 400 sirios y palestinos a bordo.
"Es la tercera tragedia de estas características en el Mediterráneo en solo dos semanas. Es vergonzoso ser testigos de cómo cientos de inmigrantes se ahogan a las puertas de Europa", ha subrayado el Alto Comisionado.
Guterres ha expresado una especial preocupación por la situación de los emigrantes sirios, que huyendo de la violencia en su país "arriesgan su vida en manos de traficantes y contrabandistas en el intento de llegar sanos y salvos a Europa".

Doble tragedia

"Han escapado de balas y bombas para terminar muriendo antes de siquiera tener la oportunidad de pedir asilo", ha lamentado. Gutteres también pidió que se investigue el supuesto ataque que sufrió el barco que naufragó el vienes cuando partía de Zwara (Libia), ya que según los testimonios de los supervivientes, fueron tiroteados por una embarcación y tres pasajeros resultaron heridos.
Otros dos barcos, uno con 183 pasajeros y otro con 83 fueron rescatados la noche del viernes cerca de Lampedusa. En total, 785 personas permanecen en estos momentos refugiadas en esa isla, incluyendo los 156 supervivientes del tráfico naufragio del pasado 3 de octubre, del que ya se han recuperado 359 cadáveres del agua.
Ante esta situación, Guterres ha reclamado "medidas urgentes" para poner fin a estas tragedias, como la identificación de lugares seguros para el desembarco y rescate de refugiados y emigrantes, así como colaboración internacional para identificar y perseguir a las personas implicadas en el tráfico de personas.
El Alto Comisionado ha urgido a que se habiliten más lugares de acogida en Malta y Lampedusa y se mejoren las condiciones de los ya existentes, con acceso a asistencia médica.
Acnur también ha considerado necesario que se proceda al registro y a la identificación de los supervivientes y se facilite el procedimiento de petición de asilo para aquéllos que probablemente necesiten protección internacional.
En este sentido, Guterres ha recordado que esta responsabilidad no debe recaer sólo sobre los territorios donde se produce el naufragio o donde estas personas son rescatadas.
Por último, también ha sugerido que se aumente la colaboración entre gobiernos para intercambiar información sobre los movimientos en aguas del Mediterráneo, como las rutas más transitadas, los perfiles y puntos de entrada de estos barcos, con la intención de diseñar planes de respuesta conjuntos.

domingo, 6 de octubre de 2013

De nuevo en el muelle de la muerte

Existe para cualquier hombre un lugar en el que le resulta imposible divertirse, olvidar su propia vida. En el que, como en Dodoma, los árboles, sacudidos por el viento, no profetizan, no es el futuro lo que conocen sino el pasado, y recuerdan. En el que no podemos juzgar o condenar; sencillamente allí hemos visto, sabemos. Para mí ese lugar es Lampedusa.

No sabía, antes de llegar aquí, que existieran seres a los que se arroja como desperdicios, cuando aún no están muertos, a los que nadie quiere socorrer y que mueren poco a poco, extenuados por sus dolores, deshaciéndose lentamente al aire libre.

Un descubrimiento casual, después de un viaje en cuya meta se hallaba esta isla. Aquí a mí me sería imposible, como esos últimos turistas bronceados que chancleteaban ayer bajo el dulce ocaso del otoño, acercarme al puerto «a ver a los muertos», donde me sería imposible sumergirme en el mar. Lampedusa: aquí la tierra no ama los árboles, como tampoco los hombres los aman; la tierra seca y dura no los alimenta, lo hace el mar. Aquí hay una historia mía escrita en el mar, indescifrable para los no iniciados.

Paso, justo enfrente del muelle, ante el cementerio de los derrelictos, las barcazas de los «clandestinos»; nadie tiene el coraje de llevárselas, de destruirlas, los colores un poco más desvaídos que hace dos años. Mi barca no está aquí porque se hundió, igual que la de estos africanos, la de los muertos de ahora. Hace dos años desembarqué en este mismo muelle: yo era uno de ellos, desde Zarzis, en Túnez, hasta Lampedusa, veintitantas horas de mar y después el naufragio y la muerte que, afortunadamente, gracias a la mano fraternal de hombres valerosos, a nosotros tan sólo nos rozó. También entonces, de haber estado el mundo recién creado para albergar a los ángeles, en aquel mundo no habría podido alborear día más hermoso.

Camino por el muelle, ese mismo muelle, en medio de los curiosos, de las televisiones que cuentan, que intentan explicar. Mis compañeros náufragos de hace dos años bajaron a tierra envueltos en hojas de plástico relucientes como corazas. Ahora desfilan los sacos negros de los muertos. Ya he descrito el brillo, bajo el sol de otoño, de las tejas y de las rocas, un paisaje palpitante, fraternal, donde el viento en el crepúsculo es el aliento, vivo y cálido, de una criatura de Dios. Aquí aprendí que sufrir parece algo maravillosa al hombre que se ha sentido cerca de la muerte y que de repente descubre que está a salvo. Algunos, pescadores de ojos oscuros y relucientes como aceitunas negras, todavía se acuerdan de mí: «Tú estás vivo…».

Mis ciento doce compañeros; de pocos recuerdo aún el nombre, en el mar apretujados sobre el puente para ganar espacio —el espacio cuesta y es fructífero para los traficantes—, asediados por las olas nadie habla. ¿Quién se acordará de los nombres de estos muertos? Rostros demasiado evanescente, mucho me temo, para que uno solo de sus rasgos sea reconocible si se recorta en la curva de los cascos, si se mueve como las hojas. Quisiera que en mí, conmigo ascendieran desde el abismo, pudieran respirar al aire libre estos nuevos muertos también. ¿Por qué contar no puede ser una resurrección? ¿Por qué las historias, las historias que escribiremos mañana en los periódicos no pueden hacer revivir su intimidad, las vidas secretas de sus corazones?

Hace dos años me embarqué para entender, para intentar entender. Para la mayor parte de estos hombres, al contrario de lo que nos ocurre a nosotros, morir es un sencillo incidente: tropiezan y desaparecen en la trampa como animales sorprendidos. Tunecinos ayer, eritreos, somalíes, sirios hoy, durante toda su vida han contemplado la muerte, inmersos desde la infancia en esa vorágine y siempre han entregrado su corazón y a sí mismos a la noche.

¡No, me equivoco! Ninguna de estas tragedias se asemeja en el fondo, ninguna desesperación, ningún dolor es igual a otro dolor. Hace dos años mis compañeros eran todos jóvenes, una generación que había ganado una revolución y afrontaba la muerte en el mar para ir a ver, ahora que eran libres, el mundo, el otro mundo, su futuro posible. Hoy, hoy son la miseria, el hambre, la desgracia, la guerra, la revolución perdida: son el campo devastado por la sequía, los bienes robados por el miliciano o el gobierno, la mano levantada del fanático. Una fuerza más grande y más tremenda, misteriosa como el propio rostro de la vida, que a veces tiene la mirada estremecedora del desierto y otras veces los ojos dulces del mar, ha movido a estos hombres más allá del terraplén del miedo, les ha enseñado a huir, aunque el peligro sea mortal y un hilo sutilísimo separe la desesperación de la esperanza y no les sea dado a los hombres el conocerlo. Aferrados a ese hilo, que es más fuerte que el cable que sostiene el ancla de sus barcazas desgraciadas, aferrados con manos y dientes a ese hilo que se llama voluntad de resistir, de continuar, de tener esperanza, y que tal vez sea la fe en Dios en su Dios, han permanecido firmes sobre ese tablazón podrido hasta que el mar o el fuego han consumido sus esperanzas. Al final de su camino hay en cambio un mundo que acarrea en sí la moral de la desigualdad.

Hace dos años acompañé durante un breve tramo la anábasis de un pueblo que no está marcado en los libros de geografía ni en los índices de la ONU, pero que crece cada día, el pueblo de los emigrantes. Nadie puede contarlos, ni a los vivos ni a los muertos. Es un pueblo que conoce la paciencia, para el que las esperas se allanan y se ensanchan en una aparente eternidad. En perenne camino, franquea los desiertos, no ha visto nunca el mar y, sin embargo, monta sobre desvencijadas barcazas y mira a la cara las tempestades. El mar es la imagen del inasible fantasma de la vida, y es la clave de todo. ¿Qué sabemos nosotros del momento de la marcha, si no estábamos con ellos? Mis compañeros me contaron que toda separación es un estallido de llanto entremezclado de alegría, por la esperanza que se emboca y por el dolor de las cosas que se abandonan.

Me reuní con ellos en el desierto del Níger, el inmenso sendero de arena: no ya eritreos, somalíes, sudaneses, negros o árabes, con los documentos tirados desaparecían sus identidades, eran otra gente, tambaleantes, corroídos, descarnados, dislocados, endebles, desarraigados. Ya habían pagado mucho y aún les quedaba mucho por pagar, en cada etapa, durante semanas, durante meses, durante años; conmovidos por el cielo estrellado, por el silencio, por el recuerdo resignado de los muertos, por la fuga del tiempo, por el ímpetu del corazón. Los vi desaparecer en Gao, engullidos por los camiones, grandes camiones de las minas, de los traficantes. En sus ojos había una dulzura secreta, una nota tierna y transida que yo, que nosotros para quienes el viaje no es más que un túnel que cruzar a toda prisa, no podíamos entender. Ninguno de mis «clandestinos» quería ser compadecido, en sus rostros bregaba una expresión de alegría. ¡Cuántos prefieren callar! Su dolor es su secreto, el último tesoro que se resistían a ceder después de que los traficantes de hombres se lo hayan quitado todo. Nosotros los occidentales, en cambio, para compadecer, sentimos la necesidad de ver sufrir.

Traducción de Carlos Gumpert.

http://internacional.elpais.com/internacional/2013/10/04/actualidad/1380910862_152662.html

domingo, 18 de agosto de 2013

Desesperación en Somalia por un futuro sin Médicos Sin Fronteras

Maryan Muse está sentada junto con sus cuatro hijos frente a la puerta cerrada del centro médico Jaziira en la capital de Somalia, Mogadiscio, con lágrimas en los ojos y sumida en el desaliento.
"¿Quién ayudará ahora a mi familia?", pregunta esta madre soltera, alzando sus manos al cielo, mientras se enfrenta a un futuro sin la asistencia de la organización Médicos Sin Fronteras (MSF).
Al igual que miles de otras familias somalíes, Muse y sus hijos dependían de los servicios médicos gratuitos provistos por MSF. En Somalia, un país golpeado por el conflicto armado, prácticamente no existe un sistema de salud público.
Pero el 14 de agosto, MSF anunció que se retiraba de Somalia debido a los constantes ataques a sus trabajadores, incluyendo asesinatos y secuestros. En los 22 años que trabajó allí, 16 miembros de la organización fueron asesinados por grupos armados.
"El cierre de nuestras actividades es un resultado directo de los ataques extremistas contra nuestro personal", dijo el presidente de MSF, Unni Karunakara.
La inseguridad continúa reinando en Somalia, donde el nuevo gobierno, formado hace casi un año, ha estado intentando restablecer la paz y la estabilidad.
Un ejército mal equipado, respaldado por casi 18.000 pacificadores de la Unión Africana, ha tratado de combatir a la milicia radical islámica Al Shabaab y a los señores de la guerra rivales y recuperar el control sobre el sur del país, sin éxito tangible hasta el momento.
"Algunos (de mis colegas) fueron asesinados, heridos, hostigados o secuestrados para conseguir dinero de rescate", dijo Ahmed Sheikh Osman, un colaborador de logística de MSF que perdió esta semana su empleo, al igual que otras 1.500 personas que la organización había contratado en Somalia.
Osman y sus colegas se unirán ahora a las masas de desempleados, con escasa perspectiva de conseguir un nuevo trabajo. Más de la mitad de los adultos están desocupados en el país, que tiene unos 10 millones de habitantes, según datos de Naciones Unidas.
Pero los más afectados por el retiro de MSF serán los cientos de miles de pobres somalíes que no pueden pagar por atención médica privada ni medicamentos. Alrededor de tres cuartos de la población de Somalia vive en la extrema pobreza, sobreviviendo con menos de dos dólares al día.
"Mi bebé está enfermo. No sé adónde ir para recibir atención médica gratuita desde que MSF nos dejó. No tengo dinero para comprar medicamentos en las farmacias privadas o en el hospital local", dijo Asho Du'alle, madre de tres niños, quien en la desesperación está haciendo fila frente a la clínica Jaziira, pese a que sabe que MSF se retiró del país.

Saqueo de equipos médicos

Durante muchos años, MSF proveyó de modo gratuito consultas médicas, medicamentos, vacunas y suplementos nutricionales a la población de Somalia. Todo eso terminó.
En el momento en que la organización de asistencia humanitaria anunció su partida, miembros del grupo Al Shabaab, vinculado a Al Qaeda, aparecieron y tomaron por la fuerza instalaciones fundadas por MSF en las regiones de Middle Jubba y Bay, saqueando los equipos médicos y suministros que quedaban allí, relataron testigos a dpa.
"La realidad es que en algunos lugares no habrá asistencia médica para las personas que viven allí", admitió Karunakara. "Simplemente debemos enfrentar ese hecho".
Para muchos somalíes, esto podría equivaler a una sentencia a muerte.Un 71% de la población ya está desnutrida, según estadísticas del Programa de Desarrollo de la ONU. La expectativa de vida es de apenas 50 años, en comparación con el promedio mundial de 70 años.
Los niños, los más vulnerables, serán los más afectados. Con 180 bebés muertos cada 1.000 nacidos vivos, Somalia registra una de las tasas de mortalidad infantil más altas del mundo, según la Organización Mundial de la Salud.
El médico Ali Abdullahi Warsame, ministro de Salud del estado norteño de Puntland, calificó de "desalentador" el retiro de MSF.
El gobierno somalí pidió el jueves a MSF que revise su desición. "Afectará directamente a las vidas de miles de personas vulnerables", dijo Maryan Qasim, ministra de Desarrollo Humano y Servicios Públicos.
"Tememos que esta decisión conduzca a una crisis humanitaria catastrófica".

Somos una organización de voluntarios, no somos mártires

José Antonio Bastos se conecta a Internet para la entrevista en el ordenador de la oficina de Médicos sin Fronteras (MSF), en Nairobi, capital de Kenia. Desde allí se controlaba, hasta el martes pasado, la labor de la ONG en Somalia. Pero la organización cesó el miércoles todos sus programas en aquel país, en el que el médico español ha trabajado varios años en diferentes etapas.
La escalada de violencia contra miembros de la organización responde al porqué de esta decisión. En diciembre de 2011, sus dos compañeros Philippe Havet y Adrias Karel fueron asesinados en un tiroteo en las propias oficinas de MSF en Mogadiscio. Un acontecimiento que abrió el debate de la retirada del país. “Pero no podíamos hacerlo”, afirma Bastos. Dos cooperantes españolas, Montserrat Serra y Blanca Thiebaut, habían sido secuestradas en octubre de ese año. “Si ellas no hubieran estado cautivas, nos habríamos retirado de Somalia antes. En cuanto fueron liberadas hace un mes, se montó una discusión interna desgarradora”, asegura.
Unos defendían permanecer en el país “por deber moral”. Otros, que había que marcharse ante una situación de riesgo “inadmisible” que no era la primera vez que se producía. Entre los partidarios de quedarse estaban, pese a sus 21 meses de sufrimiento, Serra y Thiebaut. “Lo primero que dijeron al bajarse del avión fue: ‘No nos vayamos de Somalia”, recuerda Bastos, presidente de MSF España, que compartía esa opinión hasta que liberaron al culpable de la muerte de los compañeros belgas solo tres meses después de su condena a 30 años de cárcel. “Nadie protestó”, se queja.
En 1991 comenzó la guerra civil somalí. Ese mismo año, la organización médica acudió al auxilio de los ciudadanos. Solo un año después, Bastos se trasladó a la frontera entre Kenia y Somalia para dar asistencia médica a los refugiados en la zona. Entre 1994 y 1996 vivió en Mogadiscio, la capital, donde actuaba como jefe. Los siguientes ocho años visitó con frecuencia y por temporadas el terreno como responsable de operaciones de emergencia.
La conexión no es buena y se corta varias veces. Las interferencias y la frialdad de una pantalla no son, sin embargo, suficiente impedimento para que llegue la imagen de Bastos, con el gesto entre triste e indignado. “No nos han dejado otra alternativa”, repite agachando la cabeza. “Aunque seamos una organización formada por voluntarios comprometidos, entusiastas, que asumimos riesgos para ayudar a otras personas en situación difícil, no somos mártires. Respetamos la vida humana, pero también las nuestras”, justifica.
El miércoles pasado, el dirigente de la delegación española acompañaba en la mesa al presidente internacional de la entidad, Unni Karunakara, en el momento en el que este anunciaba la salida de la ONG del país africano después de 22 años. Una decisión acordada por todas las secciones de la entidad en el mundo. Solo hay un precedente de una retirada como esta: se produjo en 2004 cuando Médicos sin Fronteras se marchó de Afganistán por los mismos motivos: la situación de inseguridad de su personal era extrema.
La quincena de expatriados —tres equipos de unas cinco personas— que quedaban en Somalia se han marchado en las últimas semanas, la mayoría la pasada, “sin llamar la atención y con mucha precaución. Cuando hicimos el anuncio no quedaba allí nadie, hubiera sido peligroso”, confirma Bastos. En 2011 llegaron a ser 70 trabajadores internacionales, como respuesta a la hambruna que se produjo en ese país. Pero desde el asesinato de los cooperantes belgas, esa cifra no había dejado de descender.
Atrás dejan los ocho hospitales en los que trabajaban, los nueve distritos en los que disponían de consultas de atención primaria y programas contra la desnutrición, el cólera, la malaria, la tuberculosis o la mortalidad materna en un país en el que 1.000 de cada 100.000 mujeres fallecen al dar a luz. “Las instalaciones de MSF pasarán a manos de líderes locales, que no sabrán cómo gestionarlas, u otras ONG”, anuncia Bastos con la voz quebrada. Solo en 2012, la organización atendió a más de 624.000 pacientes y puso 58.620 vacunas.
El año pasado, MSF invirtió 25 millones de euros en distintos programas en aquel país. Los fondos han ido creciendo a la par que los problemas. “La situación allí es dramática. La polio está haciendo estragos aunque está erradicada prácticamente en el mundo. Pero la desconfianza de los grupos armados impedía que vacunásemos con normalidad”, lamenta.
En aquel país devastado, “con edificios agujereados por dos décadas de guerra”, recuerda el médico español, se quedan también más de 1.500 compañeros, empleados somalíes, cuyos contratos con la organización quedarán extinguidos. A los responsables en el terreno se les informó pocas horas antes que a la prensa del cese de actividad, en reuniones y con videoconferencias. “Entendieron los motivos aunque les estábamos diciendo que perdían su trabajo”, asegura Bastos que estuvo presente. Se les pagará su correspondiente indemnización y MSF les ayudará para que encuentren otro empleo o intentará reubicarlos.
“Ellos también han asumido riesgos y han sido asesinados”. Y ahora, ¿corren algún peligro? “No lo creemos, aunque estaremos atentos. Lo que sí hemos hecho es darles instrucciones para que si se producen saqueos de nuestras instalaciones, no intenten pararlos, que no se arriesguen”. Ya nadie se lavará con el agua sacada de un pozo en la central de MSF en Mogadiscio antes de acudir al hospital en un país que tiene que curar muchas enfermedades comunes y una muy grave: la guerra

miércoles, 14 de agosto de 2013

Médicos sin fronteras se retira de Somalia

La organización humanitaria Médicos Sin Fronteras (MSF) ha anunciado su retirada de Somalia por los "ataques" que sufre su personal, en un contexto en el que grupos armados y líderes civiles "apoyan, toleran o condonan" esa violencia.
MSF ha informado de que cerrará sus programas médicos en toda Somalia, incluyendo los de la capital Mogadiscio y los suburbios de Afgooye y Daynille, así como los de Balwad, Dinsor, Galkayo, Jilib, Jowhar, Kismayo, Marere y Burao. En esos lugares, más de 1.500 empleados proporcionan una gama de servicios que incluyen: la atención primaria de la salud gratuita, el tratamiento de la desnutrición, la salud materna, la cirugía, la respuesta a la epidemia, las campañas de vacunación, agua y suministros de socorro.
"Durante 22 años de historia de trabajo en Somalia, 16 miembros de MSF han sido asesinados y la organización ha experimentado docenas de ataques contra su personal, ambulancias e instalaciones médicas desde 1991", ha dicho el presidente internacional, Unni Karunakara, en rueda de prensa celebrada en Nairobi (Kenia) junto al director general de MSF Holanda, Arjan Hehenkamp.
"Cerramos nuestros programas en Somalia porque la situación en el país ha creado un desequilibrio insostenible entre los riesgos y los compromisos que nuestro personal debe asumir y nuestra capacidad de proporcionar ayuda al pueblo somalí", ha indicado Karunakara. MSF siempre había negociado con los grupos armados y las autoridades en todos los lados e incluso recurrió a la contratación de guardias armados, algo que no se puede hacer en cualquier otro país, dijo el presidente internacional de la ONG, y agregó: "Pero hemos llegado a nuestro límite".
La decisión de abandonar el país es un duro golpe a los esfuerzos del Gobierno para persuadir a los somalíes y a los donantes extranjeros de que la seguridad en el país ha mejorado a pesar del rebrote de la insurgencia islamista.
MSF destacó también, como ejemplo de esa difícil situación,el secuestro de las cooperantes españolas de MSF Montserrat Serra y Blanca Thiebaut, raptadas en octubre de 2011 en Kenia, retenidas en Somalia yliberadas el pasado julio tras 21 meses de cautiverio. La organización también ha recordado "el brutal asesinato de dos trabajadores de la ONG en Mogadiscio en diciembre de 2011 y la rápida liberación del asesino convicto".
"En la elección de matar, atacar y secuestrar a los trabajadores de ayuda humanitaria, los grupos armados y las autoridades civiles que toleran sus acciones, han sellado el destino de innumerables vidas en Somalia", ha dicho. Unni Karunakara

viernes, 19 de julio de 2013

Creo que ha llegado la hora de la despedida

Desde aquellos 10 y 23 de octubre del 2011, nos han sucedido muchas cosas.Seguro que la vida nos ha dado algún revés, alguna alegría también y seguro seguro que hemos aprendido de nosotros mismos, esa fina pelicula que nos va recubriendo todos los días y que al final es lo único importante.

Estamos hechos de tantas capas y más capas que se van quebrando y mezclando todos los días, que con el paso del tiempo no nos reconocemos.No hay hasta el momento espejo alguno para fotografiar el alma, ese ser tan escurredizo como el mismo tiempo.
Pero dicen que haberla, la hay.

Nada resulta transveral, principal, original o sencillamente primordial aunque lo queramos creer todos los días como si a un salvavidas de naúfrago nos agarrasemos, como si en cierto ideario de catecismo hubiera imágenes concebidas hasta el exceso.
Es una pelicula a de varias pantallas, y todo se ve relativo, todo diverge y converge en una danza no escrita, tal vez sencillamente creada con el azar como única estrategia posible.Poco de lo previsible conquista el futuro y los sueños preteritos se convierten muchas veces en una decepción tras otra, como si un rosario de manos tanteadoras que no acaba nunca nos pretendiese permanentemente.

La vida se convierte así, en un maltrato divertido en el mejor de los casos.
Normalmente nos acompaña el amor, o el cariño de los cercanos que no es más que un amor dilatado, escrito con esmero en el tiempo.
Los pasillos de la vida se suceden, aparecen ventanales luminosos con la sonrisa de los niños y en alguna sombra se encuentran siempre las figuras plácidas de la vejez.
La vida no es un camino, más bien representa un prado sin rumbos preconcebidos.

A veces también nos puede unir el amor y el espanto, en el peor de los casos.
De repente un día, nos damos cuenta, que de una forma incompresible el mundo es un lugar peligroso, y parece que un punto de inflexión se marcó imperativamente.
Algo así nos ocurrió a un grupo de amigos en esas fechas mencionadas al principio de este texto.

Pero si inicalmente estábamos desnudos en un baño de rabia e impotencia, poco a poco fue surgiendo un hilo fino y compacto.Realmente apareció un secuencia de lágrimas y sonrisas que llenaban todos los rincones y manejaban con soltura las noticias de aquel momento.
Nunca perdimos la esperanza, esa tubérculo anclado en lo más hondo NO de una vida adjetiva, sino de cierta vivencia protgonista, sustantiva.
Se recogió de la basura de un momento atroz la simpatía de la esperanza, y de ahí vino el nombre de este blog.Un modesto blog que pronto pertenecerá al olvido, la única causa posible en el diálogo del tiempo.
Pero aquella esperanza que nunca osamos perderla nos hace creer en un mundo mejor.
Entiendo que en los tiempos actuales esto no parece tener sentido, donde los valores se han vuelto en espectadores de nosotros mismos.Todos esos cacharros que nos miran y nos dicen que somos felices en su mirada fotográfica.
Somos como una vedete con un mundo impasible que nos mira, una vedete triste..claro, como esas muñezas antiguas de porcelana olvidadas en los desvanes familiares.
Pero nosotros, los cooperantes y otros muchos más -a veces pienso que es un auténtico ejercito- creemos realmente en un mundo mejor, probablemente aportamos una ramita pequeña a la presa inmensa de esta ilusión, o sonreímos con otra sonrisa en algún lugar totalmente olvidado del mundo...o en muchos casos patinamos en equilibrios peligrosos en los pantanales del horror.Mucha cosas nos son posibles.

No somos gente especial, vivimos y morimos con el miedo cotidiano en el día cotidiano, pero tal vez la mirada, el punto de vista...cierto angulo...cierta luz nos empuja siempre a pensar que la desgracia no puede ser lo normal, que pensar en negativo en confabulaciones de dispensario no es lo normal.Debe haber alguien que piense como nosotros también.

Nosotros, durante 268 días con unos , y hasta justo ayer en la última liberación con Montse y Monserrat, nunca dejamos caer la mirada en el espasmo de la duda.
Estábamos seguros de que cierto horror impuesto terminaría bien.
La esperanza era el único camino posible y nosotros eramos el camino, no había otro.
De alguna forma extraña, sin romper el molde ....fuímos creados para crear esperanza, con los hechos o con la palabra, no pudimos dejar de montar humildes sonrisas unas detrás de otras.
Crear esperanza no es fácil, pero es curioso que al final uno mismo es la esperanza, en un transformación curativa.

Cada uno puede hacer lo que quiera, ver los digitos carismáticos de la cuenta de un banco todas las máñanas o imaginar sonrisas por crear en los días cercanos.

No perdimos nunca la esperanza de la misma forma que mucha gente que vive en la precariedad o en la pobreza en el mundo tampoco la pierden.Y ahora últimamente también está pasando muy cerca nuestro, no en lugares alejados, con esta crisis que golpea realidades y sueños....y que es un oportunidad para ser también más solidarios.Hacía algún tiempo que no compartíamos necesidad y no viene mal de vez en cuando.

No voy a extenderme mucho más, sencillamente mandar un abrazo a todo aquel grupo ya disperso por el mundo que vivimos aquel momento y lo mejor de lo mejor para aquellos cinco que perdieron un trozo de su libertad sencillamente por crear sonrisas.

Nada hemos olvidado y con ello vivimos todos los días, sin rencor ya que no somos gente de ese tipo.

Saludos a las familias que llevaron todo un tiempo con gran enterza y para ellos cinco la mejor suerte del mundo.

De los constructores de esperanza, un saludo.